Apátridas: Vivir como un fantasma ante la ley
En un discurso pronunciado en 2007, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, proclamó que la humanidad se enfrentaba a un problema que sólo podía describirse como "una condición corrosiva, destructora del alma, que niega a las personas los derechos humanos básicos".
El problema al que se refería es la apatridia, o la condición de haber nacido sin certificado de nacimiento ni pasaporte, lo que convierte al individuo en "apátrida". En la actualidad, según informes del Comité de Derechos Humanos de la ONU, más de 230 millones de personas nunca han sido inscritas al nacer. Al nacer sin documentación legal, estos "niños invisibles" viven como fantasmas ante la ley. Por tanto, carecen de acceso a libertades fundamentales que sólo se conceden a los ciudadanos documentados, como el derecho a la asistencia sanitaria, la educación o el voto. Sin la perspectiva de una educación o una forma de influir en el sistema político, los apátridas quedan atrapados en ciclos de pobreza.
¿Cuál es la raíz del problema?
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En primer lugar, es importante reconocer que la mayoría de los apátridas se originan en el mundo en desarrollo y en las naciones más pobres. Existen muchas barreras geográficas que impiden que los niños sean inscritos al nacer. Muchos bebés nacen en sus hogares y, debido a la limitación de las carreteras, los conflictos armados y los brotes epidémicos, viajar a los hospitales y acceder a los formularios de inscripción es casi imposible.
Pero aunque el transporte no sea un problema, a menudo lo es el dinero. Muchos países carecen de hospitales e infraestructuras para registrar a los bebés, e incluso si estos sistemas existen, son escasos. Además, el coste individual de faltar al trabajo, pagar las tasas hospitalarias y transportarse supone una barrera importante para las personas económicamente desfavorecidas.
E incluso en ausencia de problemas geográficos, económicos o infraestructurales, en algunas naciones el derecho a inscribir a un hijo es únicamente del padre, lo que significa que las madres solteras no disponen de ningún mecanismo para inscribir a sus hijos al nacer.
¿Por qué debería importarnos?
Más allá del hecho de que millones de personas viven sin derechos humanos básicos, muchas naciones utilizan las tasas de natalidad para responder a las necesidades demográficas. Por ello, los países con bajas tasas de registro de nacimientos no pueden tomar decisiones informadas sobre sus políticas. En tiempos de crisis, las lagunas en los datos pueden suponer estimaciones que cuesten la vida. En la India, durante el fragor de la pandemia de Covid, el gobierno carecía de datos suficientes sobre la población, y la Organización Mundial de la Salud estimó que sólo representaban una de cada seis muertes. El gobierno indio fue incapaz de reconocer los puntos críticos, financiar los hospitales adecuados y priorizar los envíos de vacunas. Son estas lagunas en los datos las que hacen a los países vulnerables a las crisis.
El problema de los apátridas no debe seguir sin ser reconocido e invisible, como las personas a las que afecta. Porque, al fin y al cabo, todo ser humano merece ser visto y escuchado.