Crítica de 'Slumberland': Jason Momoa hace payasadas en la pésima película de Netflix "Little Nemo
A medio camino entre "Alicia en el País de las Maravillas" y "El Principito" en cuanto a estilo y sensibilidad, el serial semanal de páginas divertidas de Winsor McCay "El pequeño Nemo en Slumberland" merece con creces una adaptación adecuada a la gran pantalla. No es que no se haya intentado a lo largo de los años. (En un momento dado, Hayao Miyazaki intentó realizar una versión animada. La película de acción real "Dream One" fue la que más se acercó). Y no es que la fea y desagradable película infantil del director de "Constantine", Francis Lawrence, cuente, o incluso tenga mucho que ver con el ultraimaginativo cómic de McCay de finales del siglo XX.
Sí, el personaje principal se llama Nemo, y sí, la mayor parte de la película tiene lugar en el fantástico reino subconsciente de Slumberland, donde la gravedad y el tiempo juegan con reglas totalmente impredecibles. Pero hasta ahí llegan las similitudes, lo que podría explicar por qué Netflix no se ha molestado en subrayar la conexión en su campaña de marketing. "Slumberland no parece tanto una adaptación de "Little Nemo" como otra gran y pesada película de efectos visuales modernos "inspirada" en una obra anterior de marca registrada (como "La vida secreta de Walter Mitty" de Ben Stiller, a la que desgraciadamente se parece).
El argumento es el siguiente: La hija única Nemo (en un giro ingenioso, ese es el nombre de una niña en esta imaginación) fue criada en un faro por su padre, que le cuenta un vívido cuento para dormir antes de desaparecer abruptamente después de la primera escena. El accidente ocurre fuera de la pantalla y apenas se aborda antes de que Nemo se vaya a vivir con su torpe tío (Chris O'Dowd) a la gran ciudad, algo que no le gusta nada. Como nuevo tutor de Nemo, la envía a la escuela y se esfuerza por relacionarse, dejando a Nemo con sus sueños, que se han vuelto excitantemente vívidos desde el fallecimiento de su padre.
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La primera noche en su nuevo hogar, a la cama de Nemo le salen unas largas patas de araña, se arrastra por la ventana y la lleva hasta el faro, donde conoce a Flip, un ladrón autoproclamado "forajido" con un traje rosa y un sombrero de copa con plumas. Se trata de un papel de payaso extravagante del tipo que normalmente corresponde a Johnny Depp, pero que en cambio recae en Jason Momoa. Aunque ese reparto pueda parecer una elección de segundo orden, es lo mejor que tiene "Slumberland". El público no está acostumbrado a ver el lado cómico de la estrella de "Conan", así que es una especie de gas verle ponerse una prótesis en el vientre, uñas de color pastel y dientes puntiagudos para interpretar a un pícaro y grosero rompesueños. En el papel de Nemo, la recién llegada Marlow Barkley parece una joven Saoirse Ronan, pero nunca tiene la oportunidad de demostrar su capacidad, ni de tratar los sentimientos más complicados de su personaje.
En cambio, "Slumberland" se centra en ofrecer una aventura para niños. Flip (que era un personaje recurrente en los cómics originales de McCay) busca un mapa del tesoro que le conducirá -y a Nemo, que es lo suficientemente inteligente como para encontrarlo- a un alijo de perlas que conceden deseos. Nemo quiere traer de vuelta a su padre, lo que podría hacer pensar que la película tratará de superar el dolor y la pérdida, pero los guionistas David Guion y Michael Handelman hacen un trabajo tan torpe al tratar la desaparición de papá en primer lugar, que no es de extrañar que la resolución de esa línea argumental resulte insatisfactoria.
"Slumberland" es más fuerte a la hora de evocar elaborados mundos de ensueño que a la hora de crear una base emocional satisfactoria, lo que en general también es cierto en los proyectos anteriores de Lawrence.
Por momentos, "Slumberland" sugiere un giro más simple y amigable para los niños de "Inception", aunque Lawrence carece de la lógica de nivel superior y el sentido visionario de la construcción del mundo de Christopher Nolan. Esta película consigue deslumbrar a veces, pero la mayoría de las veces hace daño a los ojos, ya que Lawrence favorece los ángulos amplios, la acción frenética y una estética visual poco atractiva.
La película carece de un villano convencional, y presenta a unos descarados "policías de los sueños" que se comportan un poco como el agente Smith de las películas de "Matrix", así como una pesadilla humeante, parecida a un calamar, que persigue a Nemo por todo Slumberland. Todo es bastante chillón y está organizado de forma bastante descuidada, lo que es una pena, ya que McCay fue pionero en un estilo tan atractivo en sus cómics de "Little Nemo". Los intrincados créditos finales -preciosas viñetas de CG que parecen dioramas de papel recortado- no dejan de ser una muestra de que Nemo podría haber vivido otras aventuras más intrigantes.