El diablo en nuestras manos
Un profesor mío me dijo una vez que el bloque de luz azul brillante de los circuitos y tableros en el que a menudo me veía atrapado era en realidad el "diablo": la distracción, el problema y, para muchos, la raíz de todo. El "diablo" es como viajar con un hipnotizador, sintonizando constantemente con tu subconsciente para cambiar tus patrones de comportamiento o formas de pensar. Instagram, Snapchat, Tik Tok, las capacidades ilimitadas de Photoshop y la adicción a responder a la velocidad de la luz. Todas estas plataformas toman la forma de un hipnotizador sin tener en cuenta a los usuarios y el daño permanente que están causando.
Las redes sociales están provocando un aumento de los sentimientos de depresión y soledad entre los usuarios de todas las edades. Yo soy víctima de esta hipnosis que viene con el crecimiento de mi generación. He desarrollado patrones de comportamiento que implican la creencia de que mi valía se basa en los mensajes emitidos por el diablo, mi imagen corporal a la altura de los modelos de Instagram, o no ser incluido, lo que resulta en el interminable FOMO.
La tecnología es una adicción normalizada, una adicción sin rehabilitación que sigue matando a la gente tanto mental como físicamente. Al igual que una droga, es difícil retirarse de algo que ha formado parte de tu vida cotidiana, sin importar lo tóxico que se vuelva y lo bajo que te pueda llevar. La conciencia social sobre el uso excesivo de la tecnología carece de reconocimiento y consideración por la salud mental y física de las personas. Es una adicción que para algunos arruina familias, relaciones, carreras y educación. Aunque esto pueda sonar dramático, es la pura verdad y una triste verdad por cómo nos hemos acostumbrado a ella.
El bóxer que come con las manos
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En un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania se experimentó con dos grupos, uno de los cuales siguió utilizando las redes sociales como lo haría normalmente y el otro grupo limitó su uso de las redes sociales. La coautora Jordyn Young, del Journal of Social and Clinical Psychology, explica: "Lo que encontramos en general es que si usas menos las redes sociales, en realidad estás menos deprimido y menos solo, lo que significa que la disminución del uso de las redes sociales es lo que provoca ese cambio cualitativo en tu bienestar". De una persona adicta a otra, puedo decir que es difícil retirarse de la sensación que recibes cuando alguien te envía mensajes de texto constantemente, cómo sientes que tu valor crece con cada palabra no dicha. Esto puede volverse oscuro para muchas personas cuando la atención se detiene, poniendo a las personas en estados depresivos porque de repente se sienten no amados, sin valor, o no merecen la atención completa de alguien, todo porque alguien no les está mostrando afecto tecnológico.
Estar constantemente con el teléfono hace que muchas personas cedan constantemente a esta "comparación social ascendente", según un artículo de Healthline escrito por Gigen Mammoser. Se trata de la comparación creciente de tu vida con la de otra persona. Tal vez sea tu éxito comparado con el de una persona influyente en las redes sociales o tu cuerpo con el de una modelo de Instagram, pero sea lo que sea, los usuarios son conscientes y a la vez desconocen que el contenido que están recibiendo forma parte de este jodido algoritmo de las redes sociales. Está pensado para atarles. Es como atar un nudo de enramada alrededor de tus emociones, de modo que cuanto más "tiras" de las redes sociales, más fuerte es su control.
Igual de importante que el vínculo de las redes sociales con la depresión y la comparación social es la respuesta popular de FOMO, el miedo a perderse algo. Si hay algo que está sucediendo las posibilidades de que te enteres de ello o incluso lo veas son muy probables en el mundo de hoy. Desplazarse por estas plataformas y ver amigos, caras sonrientes, rostros que muestran un buen momento puede hacer que uno tenga la sensación de estar perdiéndose algo relacionado con su felicidad o llevarle a un estado de sobrepensamiento. Nunca es una sensación positiva quedarse fuera o ser excluido de las oportunidades de ser llevado a la alegría o la felicidad. No todo el mundo será invitado a todo, una frase que tus padres te habrán dicho demasiadas veces mientras crecías. Las redes sociales hacen que sea difícil entender esa lección de vida y aún más difícil escapar de los sentimientos que siguen a la exclusión, sea cual sea el motivo.
Se podría decir: "Veo una luz azul brillante", es el demonio en la mano de todos los niños, adultos e incluso abuelos. Si entras en una clase, nunca dejarás de encontrar un teléfono que limita a los estudiantes a su máximo potencial y se convierte en una distracción creciente. Si entras en un grupo de niños que pasan el rato, a veces en completo silencio, cada uno con la nariz metida en su teléfono. Los teléfonos son una bendición y una maldición para el mundo, traen oportunidades pero también las aplastan, crean felicidad con la misma facilidad que causan tristeza. La tecnología tiene la capacidad de hacer el bien y seguir desarrollándose, pero es nuestra responsabilidad contenerla. Practica el alejamiento de las redes sociales de vez en cuando, borra esa aplicación, silencia las notificaciones o incluso apaga tu teléfono por completo. Mientras pones límites, estás liberando tu mente. La sociedad tiene que concienciar sobre lo bueno, lo malo y lo malvado para que nos mantengamos en contacto con nuestro subconsciente y no nos perdamos de fuera a dentro.
Obra citada
Campbell, Leah: "The FOMO Is Real: How Social Media Increases Depression and Loneliness", Healthline, 9 de diciembre de 2018, healthline.com/health-news/social-media-use-increases-depression-and-loneliness#Our-curated-lives. Consultado el 27 de abril de 2022.