'La Suprema' Review: El giro de Felipe Holguín Caro en un drama de boxeo es modesto en su alcance, pero grande en corazón
¿Qué es un lugar si no está en un mapa? ¿Qué es un pueblo si no es reconocido? La Suprema de Felipe Holguín Caro plantea estas preguntas dentro de un drama íntimo ambientado en un remoto pueblo caribeño de Colombia. La Suprema no existe en ningún mapa y su población afrocolombiana se siente igualmente borrada. Aunque modesta en sus ambiciones, esta vívida drama sobre una pelea de boxeo es una revelación silenciosa. Sirve como un retrato vívido de una comunidad que anhela la gloria y, quizás más importante, la dignidad que han merecido desde hace tiempo.
Todos en La Suprema conocen a Anastasio Páez. Es un boxeador que se está haciendo un nombre en el escenario mundial. Su sobrina Laureana (Elizabeth Martínez) lo admira desde lejos. Ha pasado un tiempo desde que él dejó el pueblo, pero sus habilidades en el boxeo aún inspiran a Laureana, que pasa momentos privados en su habitación practicando su gancho de izquierda y su postura, con fotos de su tío pegadas a su espejo (y más tarde escondidas, para que su abuela no la vea indulged en tales actividades poco femeninas). Así que cuando Anastasio se prepara para pelear por el título mundial de boxeo, Laureana se propone encontrar una manera de que el pueblo vea la pelea en vivo.
El problema es que nadie en La Suprema tiene televisión, y mucho menos electricidad. Este es un pueblo de caminos de tierra donde algunas familias llevan su vida sin tanto ignorar el mundo exterior como resignarse a ser ignoradas por él. Y así comienza una carrera para encontrar una manera de conseguir lo primero y asegurar lo segundo, todo antes de que la pelea se transmita en solo unos días. Este es un desafío que requerirá que gran parte del pueblo se una, incluso cuando las quejas sobre las circunstancias de La Suprema amenazan con costarles la oportunidad de presenciar el momento de gloria que todavía esperan que finalmente los ponga, literal y figurativamente, en el mapa.
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Tal premisa podría haber hecho que el filme de Holguín Caro se sintiera como una canción de un drama de pueblos pequeños donde los esfuerzos impulsados por la comunidad culminan en algún episodio de celebración (como lo haría el filme que se habría centrado únicamente en las aspiraciones de boxeo de Laureana). Sin embargo, 'La Suprema' utiliza simplemente la pelea de boxeo como un ancla narrativa sobre la cual tejer una historia más amplia sobre los peligros y promesas del éxito.
A medida que las mujeres del pueblo se afanan por recaudar dinero para comprar una televisión en venta en la cercana ciudad de Cartagena, surgen cuestiones tanto personales como culturales. Hay una relación tensa entre Laureana y su abuela cuando se trata de su presentación de género (la adolescente odia los vestidos y es reprendida por parecer un chico). Está la relación deteriorada con el exentrenador de Anastasio, Efraín (Antonio Jiménez), quien tiene sus razones para ni siquiera querer ver la gran oportunidad de su antiguo alumno. Y, quizás lo más apremiante, está la pobreza y el abandono que mantienen a La Suprema en la oscuridad, todo como resultado de políticas y políticos que no ven pertinente invertir en esta comunidad afrocolombiana.
Holguín Caro y Andy Sierra intentan navegar entre estas diversas subtramas con gracia. Principalmente lo logran, pero a veces parece que 'La Suprema' intenta equilibrar demasiados cambios de tono. Algunas partes que involucran el intento de dos adolescentes por arreglar un generador y más tarde robar electricidad de un vecino pueden parecer un poco exageradas, mientras que los momentos íntimos de corazón a corazón entre Efraín y Laureana pueden sentirse como si pertenecieran a una película completamente diferente.
Pero cuando 'La Suprema' se establece en un registro donde se explora la exuberante vegetación de los paisajes del pueblo, la película realmente cobra vida. Mauricio Vidal tiene un ojo agudo para capturar la belleza natural de la región caribeña, con su composición formal prestando atención a la forma en que el entorno realmente es un personaje titular aquí.
La comunidad afrocolombiana, como muestra la película, a menudo es olvidada o incluso borrada tanto de la historia como de la geografía. El deporte termina siendo uno de los pocos lugares donde se celebran sus logros. Por lo tanto, es apropiado que Holguín Caro convierta tal momento de triunfo y potencial gloria en una interrogante sobre la negligencia que personas como Laureana y Efraín experimentan en sus vidas cotidianas. Con un toque juguetón sobre un género optimista y dándole la vuelta con sus poderosos momentos finales, la nominación de Colombia al Oscar es un bello estudio sobre la dignidad de las personas que retrata.