Liesel Meminger: Siguiendo su cambio

Liesel Meminger: Siguiendo su cambio

¿Qué se puede esperar de la personalidad de una joven que ha experimentado dos "pérdidas", una tras otra? La protagonista principal de La ladrona de libros (2005), de Markus Zusak, es precisamente una chica así: Liesel Meminger, que superó los obstáculos y dificultades de su nueva familia de acogida durante la época nazi. Un análisis del carácter de Liesel Meminger revela su evolución desde una joven enfurecida y autoprotectora hasta una amable y aceptante tras sus experiencias en el 33 de Himmel Place.

El carácter vulnerable y furioso de Liesel proviene de la pérdida de su hermano de 6 años y de haber sido separada de su madre a los 9 años, poco después de la muerte de su hermano. Al principio del libro, Liesel se despierta en un tren y encuentra a su hermano inmóvil y sin aliento a su lado. Poco después, el niño es llevado al exterior y el funeral comienza no mucho después. Mientras la madre se marcha con el sacerdote, Liesel se queda atrás y "sus rodillas se adentraron en el suelo... Aún así, incrédula, empezó a cavar... En cuestión de segundos, la nieve se grabó en su piel. La sangre helada se agrietaba en sus manos" (23). Estos movimientos revelan la relación de Liesel con su hermano: intenta cavar en busca de su hermano con sus propias manos a pesar de estar sangrando y congelándose. La gente tiene que arrastrarla. Para una niña de nueve años, la muerte ya puede parecer abrumadora; cuando se trata de alguien que está profundamente relacionado con la niña, puede dejarle una profunda "cicatriz" que lleva consigo a su nuevo entorno. Cuando todavía está de duelo, Liesel es enviada a una familia de acogida, los Hubbermann. Su rabia y agonía se pueden ver cuando llega a su nuevo hogar: "Liesel no quería salir del coche" (28). En la mente de Liesel surgen preguntas: "Si su madre la quería, ¿por qué dejarla en la puerta de otra persona?". Liesel se niega a ducharse y "no había forma de que se metiera en ninguna bañera, ni en la cama... aferrándose a los inexistentes brazos de la pared para tener algún nivel de apoyo" (33). Todas estas expresiones muestran el malestar y la inseguridad de Liesel, causados en gran medida por las pérdidas que sigue experimentando a su corta edad.

Comienzan a aparecer chispas de cambio en Liesel, que se vuelve más tranquila y amable gracias a Hans Hubermann, su padre adoptivo. Para los demás, Hans puede parecer "invisible", pero Liesel nota inmediatamente que hay algo diferente en él: "Sus modales. El aire tranquilo que le rodeaba... los ojos de su padre adoptivo, estaban hechos de bondad... al ver esos ojos, [Liesel] comprendió que Hans Hubermann valía mucho" (34). Este monólogo interno sugiere el aprecio de Liesel por su padre adoptivo, y describir a alguien como "que vale mucho" en su primer encuentro es un gran elogio. Poco después, la impresión que Liesel tiene de Hans Hubermann se demuestra acertada: cuando la muerte de su hermano la deja con pesadillas todas las noches, en las que se despierta "gritando y ahogándose en el torrente de sábanas" (36), Hans entra en su habitación y se sienta con ella toda la noche hasta que se vuelve a dormir, incluso tocando el acordeón para ella. Como Liesel no tiene recuerdos directos de su padre biológico, la atención de Hans puede ayudarla a estar más tranquila. Cuando Hans encuentra un libro que Liesel ha escondido bajo las sábanas de la cama, empiezan a leer el libro cada noche cuando Liesel se despierta de sus pesadillas. A veces, Hans se queda dormido mientras lee, pero cuando Liesel le despierta, sigue leyendo para ella. Su amor por Liesel se demuestra con cada acción y compañía que le "ofrece". Cuando reciben a un judío llamado Max Vanderburg que se quedará con ellos durante mucho tiempo, Liesel lo acoge con amabilidad y lo trata de la misma manera que Hans la ha tratado a ella.

Mientras que la aceptación de Max por parte de Liesel demuestra su bondad, Max le enseña a Liesel lecciones de vida cuando comparten sus historias y superan juntos sus pesadillas. Puede parecer irónico que una niña alemana se lleve bien con un niño judío en la época en que está ambientada La ladrona de libros. En una ocasión, Max está "boxeando" en el sótano contra nadie, pero para él, está luchando contra el Führer; Liesel es informada más tarde sobre la naturaleza brutal de los nazis. Sus pasados los unen, ya que Liesel empieza a enfrentarse a sus propias pesadillas y a no permitir que estos acontecimientos la "envuelvan". Cuando Max está enfermo, Liesel "sale corriendo de la escuela cada día con la esperanza de que Max se sienta mejor" (319). Desde que Liesel se da cuenta de que Max está luchando por su vida, empieza a aprender a ajustar sus propias emociones y a mantenerlas en su corazón mientras las afronta. Al final del libro, "Las lágrimas ardientes luchaban por el espacio en sus ojos mientras no las dejaba salir. Es mejor mantenerse firme y orgullosa" (512). Al cuestionar el statu quo, el fuerte sentido de la justicia de Liesel Meminger le permite simpatizar con los que no tienen voz. Se vuelve más apasionada al encontrar que su propósito en la vida es defenderse a sí misma y a las personas que ama a través de la lectura y la escritura.

Liesel Meminger se descubre a sí misma a lo largo del libro con la ayuda de Hans Hubermann y Max Vanderburg. Mientras supera el dolor y la pérdida que experimenta de pequeña, el poder del amor, las palabras y el compañerismo la ayudan a convertirse en una persona más fuerte y con empatía hacia las personas que no son como ella. Al final, al escuchar las historias de Max, Liesel comprende que todo el mundo experimenta pérdidas y dolor. A partir de entonces, al ampliar su visión del mundo, pasa de ser impotente a ser una niña poderosa con un propósito en la vida.

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