Salvando las distancias por "The Outsiders"
La novela "Los intrusos", de S. E. Hinton, comienza con una disputa entre dos bandas. Por un lado están los Socs, formados por chicos ricos, y por otro, los Greasers, una banda de chicos pobres del East Side de Tulsa. El odio entre los altivos y despectivos Socs y los arenosos y despiadados Greasers impulsa la trama, que evoluciona desde la violencia física entre las dos bandas hasta la lucha interior del narrador y protagonista, Ponyboy, un joven de catorce años miembro de los Greasers. Ponyboy se debate entre el bien y el mal en una sociedad de la que cree ser un extraño. Hinton crea con elocuencia relaciones complejas y subraya la pérdida de la inocencia en un viaje emocional y lleno de suspense hacia la mayoría de edad.
The Outsiders tiene lugar en Tulsa, Oklahoma, en la década de 1960, donde los Greasers gobiernan el pobre East Side de la ciudad, mientras que los Socs dirigen el adinerado West Side. Su lucha será interminable hasta que una banda venza a la otra. El narrador, Ponyboy Curtis, vive con sus hermanos mayores, Darry y Sodapop. Dentro de los grandes conflictos físicos entre las bandas, Darry y Ponyboy están continuamente enfrentados por el estricto estilo de disciplina de Darry, que Ponyboy percibe como despectivo.
Un punto de inflexión crucial en la novela se produce cuando Ponyboy y Johnny, el mejor amigo de Ponyboy, son atacados por los Socs. Para proteger a Ponyboy, Johnny no tiene más remedio que matar a un Soc. Para alejarse del lugar, emprenden un viaje de huida sin rumbo fijo. Por casualidad, Ponyboy y Johnny ven una iglesia en llamas. Entran en el edificio en llamas y encuentran a unos niños que necesitan ayuda. Con valentía, sacan a cada niño, uno por uno, por una ventana, pero durante el rescate, Johnny se hiere gravemente. Para su desolación, la pandilla se entera de que las heridas de Johnny son mortales y debe pasar el resto de su limitada vida en el hospital.
Análisis de la novela The Outsiders
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Estas incidencias que alteran la vida enseñan a Ponyboy una lección crucial sobre la compasión humana. Su experiencia con Johnny le obliga a reconsiderar la idea de su participación en la banda, una entidad que rara vez piensa en los efectos de sus acciones sobre los demás. A su vez, la lealtad a la banda entra en juego. A medida que su comprensión de la humanidad y su percepción de las acciones de la banda cambian, Ponyboy puede ver ahora a los Socs con ojos más comprensivos. Ahora son más humanos para él, como los Greasers. Un acontecimiento que consolida la nueva perspectiva de Ponyboy es cuando se encuentra con una de las chicas de los Soc, Cherry, en el cine. Al principio, Ponyboy siente animadversión hacia Cherry debido a sus experiencias pasadas y a su actitud estereotipada hacia su banda enemiga. Sin embargo, cuando empiezan a charlar, Ponyboy ve su humanidad. Más tarde, Ponyboy le dice a Cherry que, aunque no pertenezcan a la misma clase social, debe recordar que "Vimos la misma puesta de sol" (32). Su belleza puede verse tanto desde el West Side como desde el East Side. La puesta de sol simboliza la humanidad compartida de todas las personas, independientemente de la banda o la clase a la que pertenezcan.
Al final, justo antes de morir, Johnny le dice a Ponyboy: "Quédate dorado, Ponyboy"(144), una referencia al poema de Robert Frost "Nothing Gold Can Stay" que Ponyboy compartió cuando estaban escondidos en la iglesia. Johnny afirma que Frost quería decir que la pérdida de la inocencia es tan natural como la muerte de una flor, ambas pérdidas deben aceptarse como parte inevitable del ciclo de la vida. Johnny escribe en su última carta a Ponyboy que su amor por las puestas de sol es oro. Quiere que Ponyboy salvaguarde su inocencia juvenil, fomente su capacidad de asombro y luche contra la desgracia.
Hinton demuestra en Los intrusos que los Greasers son jóvenes sensibles y humanos que merecen simpatía e incluso admiración. Hinton demuestra que los Socs también merecen empatía porque son un producto de su sociedad, y son humanos con luchas adolescentes similares, a pesar de su riqueza y posición social. Hinton nos enseña que no debemos juzgar a las personas por su dinero, raza, color, religión o apariencia. En lugar de eso, deberíamos ver primero sus personalidades y su humanidad, ¡y quedarnos dorados!