San Sebastián a los 70 años: cómo nació la fiesta moderna
El 21 de septiembre de 1953 nació el Festival de Cine de San Sebastián, el sueño de 10 empresarios vascos que querían prolongar la temporada de verano de San Sebastián hasta finales de septiembre.
Presentada por el torero Mario Cabré, que fue novio de Ava Gardner, y compuesta por sólo 19 películas, ganó "La guerra de Dios", dirigida por Rafael Gil, rescatada de un posible fusilamiento republicano por Luis Buñuel no muchos años antes. Fuegos artificiales, corridas de toros y fiestas en los muelles amenizaron la semana cinematográfica.
De aquella primera edición quedan la belleza y la gastronomía de San Sebastián, una estación de la Belle Epoque que cuenta con la espectacular bahía de la Concha de arena blanca, colinas escarpadas, un casco antiguo de calles higiénicas y un trío de restaurantes con tres estrellas Michelin. 70 años después, San Sebastián sigue sorprendiendo.
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Durante sus primeros 20 años, celebrados bajo el dictador Francisco Franco, San Sebastián resultó, sin embargo, una ventana a un mundo más libre para una élite privilegiada, una ventana a un mundo más libre a la que acudieron Federico Fellini, presentando "Las noches de Cabiria" (1957), Alfred Hitchcock, que vino por "Vértigo" (1958) y un todavía joven Francis Ford Coppola, cuya "Rain People" ganó la Concha de Oro de 1969.
Los cimientos del festival moderno los puso la transición de los años 70 en España de la dictadura a la democracia: "Se proyectan películas que antes estaban prohibidas. El festival empieza a conectar con los nuevos tiempos", dice José Luis Rebordinos, actual director de San Sebastián.
"El espíritu de la colmena", de Víctor Erice, y "Furtivos", de José Luis Borau, dos grandes películas españolas de denuncia de la sociedad franquista, ganan la Concha de Oro de San Sebastián en 1973 y 1975, cuando el festival se convierte en una plataforma de protesta, tanto de demócratas como de separatistas vascos.
Aquellos tiempos turbulentos han pasado. El cine español de arte y ensayo de primera categoría, que se ocupa de la inclusión, la justicia y, ahora, la reconciliación, sigue gravitando en San Sebastián. A distancia, "Prisión 77", de este año, y "El techo amarillo", de Isabel Coixet, un documental sobre abusos de género, son herederos de esa tradición reivindicativa.
Otro antes y después fue el nombramiento en 1986 del crítico de cine de El País Diego Galán como director artístico del festival. Galán inaugura el Premio Donostia para estrellas de Hollywood, sesiones de pantalla grande en el Velódromo de San Sebastián, con capacidad para casi 3.000 espectadores,
incluyendo uno para "Salvador" que maravilló a un joven Oliver Stone, y eslóganes como "Todo el mundo al cine".
"Estas frases pueden parecer simplistas, pero en su momento fueron alucinantes: Que alguien dijera a los donostiarras que la fiesta era nuestra cuando nosotros pensábamos que era sólo para una élite rica, Diego popularizó la fiesta", recuerda Rebordinos.
Con la ayuda de Manuel Pérez Estremera, futuro director del festival y luego ejecutivo de TVE, Galán convierte a San Sebastián en el primer gran festival europeo que se atreve a acercarse a América Latina, proyectando cinco largometrajes de la región en su sección principal de Zabaltegi en 1987.
El mayor logro de Galán, al menos según su propia estimación, puede haber sido convencer a Bette Davis para que viniera a San Sebastián a recibir un Premio Donostia. En una rueda de prensa, respondió a las preguntas con una gracia casi regia. Fue la última gran actuación de Davis: Murió en París cuatro días después.
Mikel Olaciregui, ex directivo de EiTB, director del festival entre 2001 y 2010, forjó muchas de las señas de identidad del festival actual: "Es Mikel quien va a Los Ángeles todos los años, establece contacto con toda la industria y empieza a situar el festival en el mapa internacional", señala Rebordinos.
Olaciregui también convence a los productores españoles para que proyecten películas en San Sebastián en masa. Durante tres décadas, con su categoría A de la FIAPF en 1956, 1963 y 1980-84, San Sebastián vaciló entre su condición de festival general y su conversión en un evento especializado. Su fuerte énfasis en América Latina y España le permite ser ambas cosas.
Desde 2011, Rebordinos ha redoblado la apuesta por la industria, poniendo en marcha un Foro de Coproducción Europa-América Latina y ahora una Conferencia de Inversores Creativos. La asistencia de la industria se ha triplicado con creces hasta alcanzar los 1.800 delegados desde 2011, señala.
San Sebastián, que antes era un evento de 10 días, ahora forma parte de un fértil eje cine-televisión en la ciudad con el centro cultural Tabakalera y la Filmoteca Vasca, que puso en marcha la incubadora Ikusmira Berriak en 2015 y Elias Querejeta Zine Eskola dos años después. "El agua", título de la Quincena de Realizadores de Cannes, y "Suro" y "Pornomelancolía", ambas a concurso en San Sebastián 2022, se desarrollaron en Ikusimira Berriak.
Celebrando su 70ª edición, San Sebastián se encuentra en un lugar espectacular, y no sólo por su escenario: aliado de Cannes en la pandemia y en Ventana Sur; el festival de cine más significativo del mundo hispanohablante; el acontecimiento cultural más importante de España, según las encuestas anuales; parte de un vibrante eje cine-televisión durante todo el año en San Sebastián; y uno de los pilares del Plan España AVS de 1.600 millones de dólares.
La gran pregunta, como reconoce Rebordinos, no es, como en el franquismo, si San Sebastián sobrevive, sino cómo puede crecer aún más en el futuro.