Tienes un secreto, ¿puedes guardarlo?
"Perdonar lo que eres, por lo que puedes ganar. Que sepas que si te escondes, no desaparece".
Los secretos son una parte esencial de la vida. No tener un secreto es imposible. Se dice que las personas con la vida más perfecta, prístina y visible, tienen los secretos más horribles que ocultar. Los secretos son una forma de encerrar lo que te preocupa o te causa algo que no sea felicidad, en una caja de seguridad, sellarlo en el fondo de tu cerebro y no volver a mirarlo nunca más. Pero eso no ocurre. Quizá en una película. Los secretos siempre, desde el principio de los tiempos, han encontrado una forma de salir. La forma en que salen es... bueno, son secretos, no saldrán de una forma glorificada, feliz y alegre. Pero recuerda que los secretos son agradables.
Los secretos siempre me han parecido fascinantes. No soy filósofo, pero la emoción de guardar un secreto, o de tenerlo, y quizá compartirlo a escondidas, es estimulante. Es un subidón de adrenalina en sí mismo. Pensé que hay dos tipos de secretos: los que quieres guardar y los que no te atreves a revelar. Es un honor guardar un secreto y una traición revelarlo.
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Pero, ¿cómo se desarrolla, por ejemplo, un secreto? En teoría, el Diccionario Oxford define "secreto" como algo que sólo conocen unas pocas personas y que se mantiene oculto a los demás. En la práctica, es algo que no quieres que sepan los demás. Quizá sea embarazoso o poco interesante. Así que puedes pensar. Se sabe que los secretos son interesantes, por grandes o pequeños que sean, por aburridos o jugosos que resulten. La idea de que una persona oculta algo y es algo que tiene miedo, énfasis en la palabra miedo, de compartir, es emocionante. Y, sobre todo, es tronchante.
Cuidado, lectores, albergar secretos tentadores, están destinados a salir a la luz. No hay secretos que el tiempo no revele. No se lo contaré a nadie, y tú tampoco deberías hacerlo.