El director de "Aristóteles y Dante" se enfrentó a "resistencias" para contar historias latinas no violentas
Desde el momento en que leyó Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, la aclamada novela juvenil de Benjamín Alire Sáenz sobre dos adolescentes mexicano-americanos que se enamoran a finales de los años ochenta, Aitch Alberto supo que quería adaptar la historia de amor a la gran pantalla. Pero nada podría haber preparado a la cineasta para el viaje de nueve años que se convertiría en el trabajo de su vida.
Escrita y dirigida por Alberto, la película Aristóteles y Dante -que se estrenó con excelentes críticas en el Festival Internacional de Cine de Toronto el pasado mes de septiembre y llega a los cines hoy, 8 de septiembre- sigue a Aristóteles "Ari" Mendoza (Max Pelayo) y Dante Quintana (Reese Gonzales) a lo largo de dos veranos que cambian sus vidas en las tierras fronterizas de El Paso, Texas, donde forman un vínculo trascendental que les abre a descubrirse a sí mismos y al universo que les rodea.
El director Aitch Alberto en el plató de Aristóteles y Dante.Cortesía de Blue Fox EntertainmentNaturalmente, dice Alberto, "había mucha resistencia" a contar una historia de latinos queer que no estuviera simplemente impregnada de violencia o tragedia, hasta el punto de que la adaptación, que en un principio se encargó a directores más consagrados, tardó siete años en financiarse y otros dos en estrenarse en los cines de Estados Unidos y de todo el mundo.
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Historias de miedo para contar en la oscuridad
Al principio del proceso de desarrollo, algunos posibles productores llegaron a decirle que no era la persona adecuada para dirigir la película. "No entendía por qué no estaba preparada, pero en algún lugar, inconscientemente, sabía cuál era la respuesta, porque siempre fue lo que me impidió alcanzar algún tipo de éxito", explica. "Era yo, que no me permitía verme plenamente tal y como soy, o que fingía [y] trataba de ocultarlo".
En lugar de ser como Dante, un aspirante a artista de espíritu libre que está en contacto con sus sentimientos, a Alberto le gusta decir que en realidad siempre ha sido más como Aristóteles, que está más reprimido emocionalmente y vive en un estado constante de malestar y resentimiento hacia su familia y el mundo que le rodea. No fue hasta que Alberto, que es transexual, decidió hacer la transición cuando sintió que tenía una idea muy concreta de cómo enfocar su debut como directora de largometrajes.
Tras leer el material original por sugerencia de un amigo en 2014, Alberto descubrió que los derechos cinematográficos aún estaban disponibles y escribió un guión especulativo antes de volar a El Paso para reunirse con Sáenz, quien le mostró los lugares por excelencia que había descrito en el libro. Al final de los cuatro días que pasaron juntos, sentados uno frente al otro en un restaurante mexicano de Nuevo México, el autor dio su bendición al aspirante a director. "Estos chicos eran míos y ahora te los regalo a ti", le dijo.
Desde el principio, Alberto quiso contar con actores jóvenes que no tuvieran mucha experiencia para reflejar la ingenuidad y la inocencia de sus homólogos en pantalla. Con la ayuda del director de casting Alan Luna, realizó una convocatoria abierta de tres meses y audicionó a cientos de actores antes de decidirse por Gonzales, que realizó una lectura en vivo del guion en Outfest en 2018, y Pelayo. "Creo que Max es naturalmente tímido e interno, y Reese es extrovertido y un chico que actúa en el teatro y tiene esta forma vibrante de ver el mundo, que es lo que son los personajes", dice Alberto.
Cortesía de Blue Fox EntertainmentEncargada de destilar una novela de casi 400 páginas en lo que se convertiría en una película de 96 minutos, Alberto afirma que necesitó 30 borradores a lo largo de los años para decidirse por la adaptación correcta de Aristóteles y Dante. A pesar de que "quería honrar a los fans" y "no quería desviarme demasiado del libro, porque creo que es ahí donde las adaptaciones a menudo vacilan o fracasan", Alberto se dio permiso para contar su propia versión de la historia.
Por ejemplo, Tía Ophelia (Marlene Forte), la tía de Aristóteles que vive con otra mujer pero cuya sexualidad rara vez se ha discutido abiertamente en su familia, "se hizo un poco más prominente, así que le dimos un ancla a Ari y [le hicimos sentirse] visto desde el principio, incluso si no se estaba viendo a sí mismo", dice Alberto. "Creo que uno de los mayores retos del libro era, ¿cómo externalizar la lucha tan interna de Ari sin caer en el tropo de tener voces en off durante toda la película?".
Resulta que la respuesta a esa pregunta nació de la fructífera colaboración con productores entre los que se encontraba el creador de Hamilton e In the Heights, Lin-Manuel Miranda, que ya había narrado previamente el audiolibro Aristóteles y Dante. El día de Año Nuevo de 2018, tras enviarle el guion por los cauces formales, Alberto decidió tomar cartas en el asunto y tuiteó a Miranda sobre su película. Veinte minutos después, le respondió y le ofreció leer el guion. Tres meses después, se reunió con Alberto en Los Ángeles y se embarcó oficialmente en el proyecto.
"Me impresionó mucho cómo captó de forma tan vívida el mundo y las luchas individuales de la historia de madurez de cada chico", escribe Miranda en un comunicado. "Aitch siempre ha tenido una visión increíble para esta película y una profunda compasión por estos personajes. Sabía que su debut como directora sería una obra de arte hermosa, sincera y mágica."
Fue Miranda quien envió un correo electrónico a Eva Longoria -que había escuchado la propuesta de Alberto para la reescritura de Flamin' Hot, el primer largometraje de Longoria como directora- para que interpretara a Soledad Quintana, la madre de Dante. "Le envió un correo electrónico con el guión [y] una carta que yo había escrito", dice Alberto, que escribió el personaje pensando en la estrella de Mujeres desesperadas. "Simplemente la quería y sabía que ella me quería a mí, así que sabía que iba a ser un sí".
Cuando llegó el momento de elegir a Jaime Mendoza, el lacónico padre veterano de guerra de Aristóteles, Eugenio Derbez, aclamado actor mexicano conocido sobre todo por sus dotes cómicas, quizá no fuera la opción más obvia. Pero Alberto quería dar a Derbez, que también ha producido la película, la oportunidad de mostrar sus dotes interpretativas y redefinir la típica representación de un padre latino machista. (Alberto bromea diciendo que la "mafia latinx" -Miranda, Longoria y Derbez- se encargó de ayudar a conseguir la financiación y a que la película superara la línea de meta).
Eugenio Derbez y Max Pelayo como padre e hijo Jaime y Aristóteles.Cortesía de Blue Fox EntertainmentAunque no ha querido revelar la duración exacta del rodaje, Alberto revela que el reparto y el equipo se vieron obligados a rodar entre siete y ocho páginas del guión al día, un ritmo elevado incluso para una película independiente. Aunque admite que gran parte del proceso cinematográfico requiere la capacidad de hacer concesiones en plena producción, Alberto rechaza cualquier sugerencia de que las relaciones de Aristóteles y Dante con sus padres, que apoyan radicalmente su incipiente romance, no fueran importantes para el desarrollo de la película.
"Dos de mis escenas favoritas de la película son hacia el final de la película, cuando Ari está en el coche con su padre y van conduciendo a casa de Tía [de Ari]", dice el guionista y director, que revela que muchas de esas escenas familiares "eran mucho más largas" en el primer montaje. "Mi escena favorita es la del porche con Ari y sus padres. Fueron cuatro tomas. Tuvimos la mayor cantidad de tiempo que tuvimos para cualquier escena... y al final de la misma, todo el mundo en el set estaba afectado de una manera tan emocional. Fue ese momento en el que nos dimos cuenta de que estábamos haciendo algo importante, y la forma en que acabó en la película es casi exactamente la misma que rodamos".
Desde el momento en que se conocen en una piscina pública, Aristóteles y Dante desarrollan una conexión inmediata que les obliga a cuestionarse todo lo que han sabido de sí mismos. "Ari nunca dice que es gay; Ari simplemente está enamorado de Dante. [Ari] siente todo lo que podría ser y que todo es posible cuando está cerca de un alma concreta, pero Dante es la única persona que dice 'soy gay' en la película", señala Alberto. El cineasta, en consecuencia, buscaba explorar la cuestión fundamental: "¿Cómo trasciende el amor la identidad?".
"Creo que es innegable lo seguros que se sienten el uno con el otro, y las rarezas de cómo les percibe el mundo no es un problema en absoluto cuando están juntos", apunta Alberto. "Quería que tuvieran la sensación de estar viviendo un cuento de hadas cuando estaban juntos. Las escenas están rodadas intencionadamente con ellos y poco a su alrededor, como si el mundo desapareciera cuando están juntos. ... Creo que eso es lo que ocurre en su viaje, concretamente en el de Aristóteles, en el que dice: "Este es mi hogar. ¿Cómo puedo alejarme de esto o arriesgarme a negar una parte de mí mismo?".
Cortesía de Blue Fox EntertainmentEs una toma de conciencia que conduce al clímax emocional de la película, momento en el que la tensión entre Aristóteles y Dante llega a su punto álgido. "Fue un día muy intenso, pero no lo rodamos demasiadas veces. No dejé que nadie hablara con ninguno de los dos. Fue un espacio muy cuidado para que se mostraran lo más vulnerables posible", recuerda Alberto sobre ese momento clave. (La escena, con un amplio plano de 360 grados, también fue captada por un operador de steadicam abiertamente queer: "Fue literalmente una lente queer la que captó este momento tan importante"). "Aquel día en el plató, esos dos chicos eran los más intrépidos y temerosos que jamás les había visto. Era porque sabían que ese momento importaba mucho en la película".
En 2021, casi una década después de la publicación de su novela fundamental, Sáenz publicó Aristóteles y Dante se sumergen en las aguas del mundo, en la que los protagonistas navegan por las primeras etapas de su nueva relación mientras afrontan importantes cambios vitales y son testigos del papel que el racismo y la homofobia desempeñaron en la epidemia de sida. (También se está preparando un tercer libro).
Alberto es consciente de que los fans, muchos de los cuales aún no han visto su adaptación, ya han estado clamando sobre la posibilidad de una secuela. "No sé si la historia de Ari y Dante ha terminado del todo", dice con una leve sonrisa. "Me encantaría hacer una secuela, [pero] creo que depende mucho de lo bien que le vaya a esta primera".
Tras haber pasado la mayor parte de la última década en el mundo que Saénz había creado, Alberto ha descubierto un par de secretos propios sobre cómo funciona el universo: "Podríamos exteriorizar y culpar al mundo que nos rodea, pero creo que depende de nosotros querernos plenamente a nosotros mismos a pesar de cualquier resistencia que nos opongan las fuerzas externas. Creo que ése es siempre el mayor reto", concluye. "Creo que siempre se remonta a permitirte ver el amor que te rodea, aceptar ese amor y luego saber que la magia es posible".