Ilusiones de Richard Bach

Ilusiones de Richard Bach

Ilusiones no es la típica novela. Con muy poca acción y drama, la historia sigue al protagonista Richard mientras va de pueblo en pueblo vendiendo viajes en su biplano. Por el camino, Richard conoce a su nuevo mentor, Donald William Shimoda. Shimoda se autodenomina un mesías, capaz de realizar milagros ante los propios ojos de Richard. La historia tiene una calidad onírica, el suave y pacífico escenario contrasta con las absurdas payasadas de Shimoda. Su avión está siempre limpio por dentro y por fuera y, de alguna manera, nunca tiene que repostar. A pesar del gran tamaño de su avión, puede aterrizar perfectamente por muy pequeño que sea el espacio de aterrizaje. Y, por supuesto, puede caminar sobre el agua y levitar objetos con su mente. Sin embargo, Ilusiones no trata tanto de la capacidad de Shimoda para hacer milagros como de la capacidad de Richard para aprender a imitar las habilidades de Shimoda. Richard aprende tanto de Shimoda como del Manual del Mesías, una guía para ser un mesías. No sólo contiene instrucciones sobre cómo caminar sobre el agua o cómo mover objetos con la mente, sino también lecciones filosóficas sobre la propia percepción del mundo. El título del libro resume la filosofía de Shimoda, que trata desesperadamente de hacer comprender a Richard. Sus numerosas lecciones explican esencialmente a Richard que todo lo que uno percibe es una ilusión, que ninguna persona en el mundo está viendo el mundo en la actualidad. Shimoda establece un paralelismo entre la vida y el cine: "la mejor película del mundo sigue siendo una ilusión, ¿no es así? Las imágenes ni siquiera se mueven; sólo parecen moverse. Una luz cambiante que parece moverse por una pantalla plana colocada en la oscuridad..." (79). La percepción que cada uno tiene de su realidad es diferente, está llena de prejuicios y de las limitaciones de sus sentidos y mentes. Por supuesto, los milagros que realiza Shimoda no son realistas, pero demuestran al lector que las reglas que la gente sigue en su vida cotidiana son simplemente limitaciones que ellos mismos han creado. Enseña al lector a replantearse su propia percepción del mundo, a darse cuenta de que hay mucho potencial sin explotar dentro de cada individuo. A Shimoda le encanta decirle a Richard que "eres como todo el mundo. Ya sabes estas cosas, sólo que no eres consciente de que las sabes, todavía" (70). Shimoda le muestra a Richard que siempre ha tenido en él el potencial para hacer milagros y que siempre ha sabido que su percepción del mundo no es la realidad.

A pesar de utilizar su poder para curar a los discapacitados y hacer felices a los demás, Shimoda sostiene que la mejor forma de vida es vivir de forma egoísta, pensar sólo en los propios intereses. Aunque al principio parece contradictorio, Shimoda vuelve a utilizar el argumento de que uno sólo ve el mundo a través de su propia ilusión. Sostiene que los deseos propios nunca se alinean con los de los demás, y que es imposible saber nunca lo que otra persona quiere realmente. En un programa de radio dice que "cualquiera que haya sido feliz... ha sido un alma divinamente egoísta, que vive para su propio interés" (129). Le responde una avalancha de gente enfadada que llama al programa de radio. Parece que está agitando a sus oyentes a propósito, y de hecho lo está haciendo. Al difundir su filosofía, Shimoda está demostrando al mismo tiempo un ejemplo de ella. Cada una de sus acciones es una elección deliberada para su propio beneficio, incluyendo el enfado del público con sus controvertidas verdades: "podría haber dicho las mismas cosas de otra manera y no haber erizado el vello" (130). Incluso en su propia muerte, le dice a Ricardo que fue una elección deliberada. Todos los milagros, el volar, el caminar sobre el agua es una tarea cotidiana y casual para Shimoda. Parece que es un ser omnisciente, que ha enseñado a Ricardo la verdadera naturaleza del mundo. Sin embargo, antes de morir, dice de sus conocimientos: "No sé que sean verdaderos... Los creo porque es divertido creerlos" (128). Incluso Shimoda, un supuesto Mesías, vive dentro de una ilusión.

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