La ética de los medios de True Crime y su consumo
El estreno en septiembre de la serie de Netflix sobre crímenes reales de Dahmer -una narración dramatizada de la vida y los crímenes del famoso asesino en serie estadounidense- ha suscitado un acalorado debate sobre la ética de los medios sobre crímenes reales y su aparentemente interminable producción.
Desde el caso de O.J. Simpson hasta la muerte de Elisa Lam, diversos casos de homicidios, desapariciones y otros incidentes horribles son objeto de gran intriga en la cultura popular. Los seguidores de series de televisión, películas, libros y podcasts sobre crímenes reales se han convertido en una base de fans masiva, con una presencia igualmente masiva en las redes sociales. En casi todas las plataformas se pueden encontrar cuentas de aficionados dedicadas a analizar y debatir crímenes, y algunas incluso han incorporado una variedad de giros únicos que han ampliado aún más la comunidad. Los creadores de contenidos monologan casos de crímenes reales en el fondo de vídeos en los que muestran otras aficiones o actividades, como maquillarse o decorar galletas.
Muchos creen que tanto la producción como el consumo de estos contenidos no son éticos, un debate que ha resurgido con el estreno y el éxito de taquilla de Dahmer. Los partidarios de este lado del debate sostienen que la sociedad no debe trivializar crímenes reales y horribles convirtiéndolos en entretenimiento para las masas. Entre ellos, también existe la creencia generalizada de que, a veces, los aficionados a los crímenes reales pueden olvidar que las víctimas de estos crímenes eran personas reales, con vidas y familias, que deberían ser recordadas por algo más que por ser un simple accesorio en un caso emocionante y de gran repercusión.
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Como en el caso de Dahmer, muchas víctimas aún tienen familiares vivos que pueden verse profundamente afectados por la representación y el debate generalizado de las experiencias de sus seres queridos, que parecen reducirlas por completo al terrible crimen que sufrieron. En algunos casos, como en el de la hermana de Errol Lindsey, una de las víctimas de Jeffrey Dahmer, los productores ni siquiera consultan a la familia de la víctima antes de mostrarla en pantalla. La hermana de Lindsey, Rita Isbell, declaró sentirse como si estuviera "reviviéndolo todo de nuevo" al ver a la actriz recrear sus palabras exactas en una escena que se rodó sin su conocimiento ni consentimiento, y reprochó a Netflix que convirtiera la tragedia de los crímenes de Dahmer en una oportunidad de generar beneficios.
Las industrias del cine y la televisión tienen una larga historia de convertir historias de crímenes reales en éxitos muy rentables. Desde los años 60 y 70, Hollywood y los principales servicios de streaming como Hulu y Netflix han producido innumerables recreaciones de las vidas y crímenes del asesino del Zodiaco, Ted Bundy, Richard Ramírez, etc., cada una de ellas cautivando la atención del público más que la anterior. Al parecer, se ha convertido en una fuente de beneficios tan fiable que las historias de un puñado de asesinos en serie famosos -Bundy y Dahmer, en particular- pueden reciclarse y reformatearse infinidad de veces.
Pero muchos creen que los creadores de estas películas y programas no son los únicos culpables. En ocasiones, la fascinación de los aficionados por los asesinos adolece también de una falta de sensibilidad básica, ya que algunos desarrollan un interés tan intenso por las motivaciones y la psicología de estas personas que parecen perder de vista la incorrección moral básica de su naturaleza. Muchos fans parecen estar tan atrapados en el análisis y, en algunos casos, incluso en la humanización de estos asesinos que olvidan que se trata de personas reales y terribles.
En la aplicación de redes sociales TikTok, hubo una breve locura por Ted Bundy entre los usuarios adolescentes, que expresaron su atracción por el asesino en serie e incluso llegaron a afirmar que desearían que él hubiera podido convertirlos en sus víctimas. Aunque es posible que la mayoría de los aficionados a los crímenes reales no lleguen tan lejos con su fascinación, muchos creen firmemente que, aun así, deberían procurar ver tanto los crímenes como a los asesinos desde una perspectiva objetiva, y tener en cuenta su impacto en las víctimas y las familias reales.
En el otro extremo del debate, se han esgrimido varios argumentos en defensa de la moda de los crímenes reales. Rick Nizzardini, trabajador social clínico licenciado, habló sobre el tema con NBC News el verano pasado. Afirmó: "Estos programas tocan los elementos distintivos del trauma: una sensación de impotencia, una ruptura de nuestra sensación de seguridad en el mundo y la violación de los vínculos con la familia, los amigos y la comunidad. Esto puede hacer aflorar emociones que a menudo se sienten disociadas o aisladas del procesamiento, pero que pueden ser útiles para la recuperación en el contexto adecuado."
Así, hay quien sostiene que el consumo de medios de comunicación sobre crímenes reales puede facilitar las experiencias emocionales necesarias para alcanzar una sensación de paz y estabilidad a largo plazo. De hecho, el mero hecho de conocer estos horribles crímenes puede aportar a los aficionados a los true crimes un nivel de tranquilidad sobre sus propias vidas.
Citando las palabras de su amigo Neil Gaiman, un notable autor de fantasía y terror para niños, la escritora y entusiasta del crimen real Kelly Sue Deconnick declaró a la NBC: "[Gaiman] dice que los niños ya saben que los dragones existen; lo que ansían es la seguridad de que los dragones pueden ser derrotados"."En el mismo sentido, los medios de crímenes reales pueden provocar sentimientos de alivio y tranquilidad en los consumidores, que se consuelan sabiendo que sus vidas son mucho más afortunadas que las de las víctimas que aparecen en sus historias favoritas.
No es probable que el debate se resuelva pronto. A medida que aumente la demanda de información sobre crímenes reales y se produzcan nuevos libros, películas y podcasts para satisfacerla, este debate se irá polarizando cada vez más y adquirirá mayor relevancia en nuestra vida cotidiana. Por el momento, el revuelo en torno a Dahmer nos da la oportunidad de pararnos a reflexionar sobre nuestros propios valores y opiniones, y nos lleva a plantearnos una pregunta que ha suscitado un acalorado debate: ¿es el gran negocio del crimen real algo que deba preocuparnos?