Las elecciones al Senado de 2022 y la turbulenta historia de los apoyos políticos
A estas alturas, es difícil encontrar un estadounidense que no se haya enterado de las próximas elecciones al Senado. En un momento en el que un simple voto puede marcar la diferencia entre una soberanía justa y una democracia irremediablemente dañada, es importante que los ciudadanos de Estados Unidos hagan oír su voz. A pesar de la utilización del colegio electoral y de la creencia en la moralidad por encima de la popularidad, a menudo prevalecen las personas que se enorgullecen de impulsar con éxito sus propias agendas personales por encima de las opiniones del público. Una forma de este malabarismo político puede verse en la declaración de los apoyos a los candidatos.
Los apoyos se hicieron notables por primera vez en 1972, cuando los republicanos utilizaron los anuncios de los periódicos para ganar votos para los candidatos de su partido. En aquella época, el 80% de los anuncios editoriales eran para el GOP y condujeron a la controvertida elección de Richard Nixon. Veinte años más tarde, Bill Clinton utilizó los avales a su favor, y se convirtió en el primer caso en el que un demócrata contaba con la aprobación mayoritaria en anuncios políticos y comerciales. En 2004, John Kerry fue favorecido de la misma manera que Clinton y Nixon, y, en 2008, Obama obtuvo la mayoría de la aprobación de los avales. Y aunque todos estos nombres son famosos (o infames, según la afiliación política de cada uno), los avales pueden convertir las elecciones en concursos de popularidad. Cuando los medios de comunicación prestan atención y elogian a un candidato, la opinión del otro puede ser fácilmente ignorada. Para ponerlo en términos más comprensibles, es como si el chico más popular del colegio respaldara a su mejor amigo para presidente de la clase. Pues bien, como miembro del cuerpo estudiantil, es más probable que preste oídos al mejor amigo del chico popular que a su homólogo impopular. Casos como éste dependen de la única cosa que todo candidato espera ganar en cada elección: la influencia. Y cuanto más se influya a los votantes a derecha e izquierda por los avales y la notoriedad, más falsa se vuelve la carrera.
Estos mismos avales han creado un gran revuelo mediático en el partido republicano, con muchos conservadores compitiendo por un puesto en la lista de avales del expresidente Donald Trump. Lo que parecía ser una fórmula segura de éxito en los estados rojos e indecisos se ha convertido en una situación de inseguridad, ya que muchos de los republicanos respaldados han obtenido malos resultados en las primarias o no han sido favorecidos en las elecciones principales. Esto se puede ver en Georgia, donde el demócrata Raphael Warnock tiene una ventaja de 10 puntos sobre su homólogo republicano, Herschel Walker. Otros lugares donde la influencia de Trump fue fuerte en 2016-2020, como Arizona, Georgia y Pensilvania, son favoritos para impulsar a sus demócratas al Senado por encima de sus candidatos republicanos.
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Sin embargo, sería una falacia por mi parte no reconocer los éxitos de los apoyos. La candidata Katie Britt ganó una fuerte carrera en las primarias del GOP para el Senado de Alabama sobre el representante Mo Brooks. Lo mismo puede decirse de la representante Mary Miller de Illinois, el senador Darren Bailey de Illinois, la representante Lauren Boebert de Colorado y muchos otros.
A la luz de la reciente anulación de Roe v. Wade, las audiencias del comité del 6 de enero y el rápido descenso de la popularidad del presidente Biden, las voces de los ciudadanos de Estados Unidos son más importantes ahora que nunca. Es fácil permitir que los escándalos, los apoyos y otras distracciones dirijan el foco de atención hacia temas y personas que pueden no tener el mejor interés para el público. Sin embargo, es importante tener una visión clara y abierta de las elecciones por el bien de Estados Unidos y la continuación de los ideales democráticos.
