Macbeth y el propósito de la literatura

Macbeth y el propósito de la literatura

Un análisis rápido para las siguientes preguntas:

¿Qué aprendemos a través de la literatura? ¿Qué función cumple la literatura? ¿Cuál es su objetivo?

La literatura, en términos generales, enseña sobre la vida y sus múltiples enigmas. Concretamente, en el caso de Macbeth. Enseña sobre la naturaleza corrosiva del poder para la psique humana y la brújula moral. El declive de la estabilidad mental de Macbeth y su vacilación a la hora de matar están directamente relacionados con su intoxicación de poder. Su fracaso final -profetizado al principio- muestra al lector que cualquier éxito robado acabará desmoronándose. Así, esta obra literaria en particular enseña al lector que el conocido adagio "El poder absoluto corrompe absolutamente" es cierto. Macbeth, como obra literaria, asume el papel de maestro de moral.

La respuesta del lector a la progresión de la historia, que termina con la desaparición de Macbeth, es de leve disgusto y satisfacción por el destronamiento del rey corrupto. Podemos deducir que Shakespeare se basó en esta reacción para generar el significado de la historia. En particular, la exigencia de Shakespeare para escribir Macbeth fue la corrupción de la monarquía del siglo XVI y el caos que acompaña a los vacíos de poder y similares, por lo que es probable que su intención fuera incitar al lector a que se diera cuenta de que la situación política actual -si se asemejaba a la de Macbeth- era igualmente merecedora de destrucción y dirigir la misma repugnancia visceral hacia ella.

En cuanto a la relación entre el escritor y el lector, la historia es el medio de comunicación, literalmente.

En las producciones escénicas de Macbeth, hay una abundante interacción entre los miembros del reparto y el público, que es una de las formas más directas en que Shakespeare comunica el mensaje mencionado. Indirectamente, cualquier número de motivos de la historia puede transmitir considerablemente ese mensaje, desde la disensión sarcástica de ciertos personajes hasta los símbolos de la sangre y la leche para indicar el estado moral. Cuál es el más importante depende de la interpretación del lector.

También se puede argumentar que el Macbeth de Shakespeare ilustra los rasgos de la condición humana: codicia, desesperación y lealtad. La relación de Macbeth con el mando de sus fuerzas armadas muestra que la lealtad se apalanca para mantener a la gente como rehén. El ascenso de Macbeth al poder, provocado por la ambición de su esposa, es un ejemplo clásico de sucesión a la codicia. Por último, los intentos de Macbeth por conservar el poder al final del relato son una representación de la desesperación merecida. Él mismo se lo buscó, pero no deja de ser desesperación. El estudio de esta representación podría arrojar conclusiones sobre la visión que Shakespeare tiene de la naturaleza humana.

El estudio de la literatura es intrínsecamente maleable; permite interpretaciones múltiples o cruzadas, el renacimiento interminable de viejas historias, o puede suscitar una historia a partir de otra historia. En el fondo, se trata de diseccionar y volver a montar una obra para ver qué aporta cada parte al conjunto. ¿Quién es un papel secundario para quién, cuál es la profundidad de este símbolo, por qué se considera que el protagonista lo es, qué hace la cultura por esta historia y qué hace por la cultura? Éstas son algunas de las preguntas que conservan su fuerza en el estudio de la literatura. En general, estudiamos cómo, por qué y qué se comunica a través de la escritura. La comunicación es el fin último de la literatura.

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