Más allá de la superficie, Barbie es la metáfora perfecta

Icono cultural mucho antes que un nombre en un teatro, la palabra Barbie ha llegado a encarnar mucho más que un juguete. Personificación de las expectativas sociales, la relación entre ella y la juventud estadounidense ha sido objeto de un escrutinio interminable: una relación no sólo explorada, sino magistralmente diseccionada en la película de Margot Robbie: La película de Barbie. A pesar de su controvertido tema, la película consigue lo que tantos intentos de cine feminista no han podido: entretener y persuadir al público al mismo tiempo. A pesar de todo su glamuroso atractivo visual, esta película embellece pero ni una sola vez aparta la vista de su propósito: ofrecer una declaración contundente, casi satírica, sobre los roles y las limitaciones de género.
Esta película triunfa donde otras fracasaron por el hecho de que logra su efecto con tanta astucia, de una forma que no resulta ni argumentativa ni política. Sin embargo, de algún modo, consiguió ser ambas cosas, suscitando un debate muy necesario sobre el concepto de patriarcado. La singularidad del planteamiento -el perfeccionismo- podría destacarse, y con razón. Y lo que es más importante, Barbie cautiva a su público a lo largo de todo su enunciado, utilizando a la perfección el idolatrado atractivo de la muñeca para mantener tu atención... y cuando comienza el famoso monólogo de Gloria, también podrías contener la respiración. Aunque se puede argumentar (y probablemente se ha argumentado) que la película no hace más que dar glamour a un estilo de vida ya de por sí idealizado, yo argumentaría que el escenario romantizado: la hermosa playa y las alegres muñecas, tuvieron el efecto contrario.
Escuchadme. En lugar de cargar a los cineastas con el bagaje de un pasado tan controvertido, los guionistas emplearon la imagen previa de Barbie, convirtiéndola en una lente a través de la cual se podía contemplar el mito del sueño americano. A medida que se desarrolla el personaje de Barbie, su dolor inicial por la pérdida de Barbieland se transforma en conciencia sobre el lugar que tanto amó. Reconoce que, aunque las circunstancias de las que disfrutaba eran envidiables, sus objetivos eran inalcanzables en su vida ¨perfecta¨. De hecho, podría decirse que éste es el principal conflicto de la película. Al admitir finalmente: "Quiero formar parte de la gente que da sentido, no de lo que se hace", el público puede sentir un claro alivio, al encontrar por fin un consejo aplicable a sus propias luchas personales.
Autocuidado más allá del cuidado de la piel
MÁS ALLÁ DEL CIELO Y DE LA TIERRA
Así que sí, si me preguntaran, la película de Barbie tenía sus defectos. Como sus personajes. Pero consiguió superarlos con creces, desafiando las expectativas e inspirando en su público un sentimiento de asombro y aprecio: no sólo por la película, sino por el caótico y hermoso mundo que nos rodea, y por saber que, aunque no vivamos en Barbielandia, cada día sigue siendo una oportunidad para ser quienes somos y no lo que la sociedad quiere que seamos.