Eliminemos El Gran Gatsby del plan de estudios

Eliminemos El Gran Gatsby del plan de estudios

Soy una ávida lectora y escritora que, a partir de El pez arco iris, de Marcus Pfister, se enamoró de la literatura antes de que pudiera hablar. Cuando llegué a quinto de primaria, Harry Potter y la serie de Percy Jackson fueron mis obsesiones, incluso por encima de Pandie el Panda, el peluche favorito que habría llevado a la luna y de vuelta. Aunque sigo siendo un adicto a todo lo relacionado con la magia y los mitos, en la escuela secundaria fue cuando se desarrolló en mí un profundo aprecio por el lenguaje. Y, sin embargo, después de leer lo que The Guardian describe como "una de las mejores novelas jamás escritas en inglés", me horroriza la presencia de El gran Gatsby en mi programa de inglés de 2023.

F. El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, escrita en 1925, cuenta "la trágica historia de Jay Gatsby, un millonario hecho a sí mismo", y su búsqueda por conquistar el corazón de la chica de sus sueños, Daisy Buchanan. Bajo largas páginas de imágenes floridas, se desarrolla una historia que describe las vidas "imposibles" de personajes blancos y ricos involucrados en el contrabando y en el lucrativo negocio de los bonos. Pero después de soportar nueve capítulos de la vida en West y East Egg, estoy seguro de que esta novela no tiene nada que ver con lo que debería estar leyendo.

Vivo en un mundo multicultural, el corazón de Los Ángeles, California. ¿Por qué estoy leyendo sobre blancos ricos de los años veinte? ¿No debería estar leyendo a autores de diversos orígenes sobre temas sociales que atañen a mi generación? En los últimos tres años, mi plan de estudios de inglés con honores ha incluido dos poemas de Langston Hughes, media obra de Lorraine Hansberry y The Bluest Eye de Toni Morrison (pero sólo porque mi profesora añadió esa novela a su plan de estudios). Mientras tanto, novelas como El guardián entre el centeno y La letra escarlata son lecturas obligatorias: novelas de autores blancos cuyos argumentos son irrelevantes para nuestras vidas y experiencias.

Estoy de acuerdo en que muchas novelas clásicas son indispensables y pueden transportar a adolescentes como yo a mundos que sólo se recuerdan a través del texto y el arte. Es la forma en que se enseñan novelas como El Gran Gatsby lo que me inquieta. Parul Sehgal, crítico literario de The New York Times, se pregunta si existe otra novela "tan establecida en el canon y en el currículo", incluso cuando su moralidad y mérito son hoy objeto de intenso debate debido a un cambio en las normas sociales. En otras palabras, está bastante desfasada. Pero por el bien de sus notas, mis compañeros no lo cuestionan.

No todas las novelas que leo en clase deben ser del todo relacionables, pero hay mucha literatura del pasado al presente, desde James Baldwin a Jacqueline Woodson, que habla de nuestra historia y experiencia colectivas. Quizá la lista de libros obligatorios debería modificarse para incluir información relevante para los adolescentes de hoy.

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