La pujante presencia de Bangladesh en Busan apunta al surgimiento de la industria de los "contratiempos": "Los superhéroes no tienen por qué venir de Norteamérica".



	
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Bangladesh tiene una presencia vital en el Festival Internacional de Cine de Busan 2023, con tres películas a concurso y una película en el Asian Project Market.

La actual ola de cine bangladeshí fue anunciada por "Televisión", de Mostofa Sarwar Farooki, que clausuró Busan en 2012. Desde entonces, el festival ha proyectado casi todas las obras importantes del país.

El último trabajo de Farooki, "Something

"Podemos ver que estas películas están captando elementos de nuestra vida contemporánea familiar. En términos de narración, nos hemos localizado cada vez más y, como resultado, nuestras películas están creando su propio espacio en el panorama cinematográfico mundial. Aunque estas películas se exhibirán en el festival de Busan de este año, están profundamente arraigadas en la narrativa local", explicó Sarkar.

El sur de Asia está enormemente influido por el coloso cinematográfico que es la India, y las narrativas propias y originales de Bangladesh han tardado en surgir: "A veces es bueno no tener un legado. Entonces te sientes inspirado para crear un legado. Bangladesh es una nación joven que durante mucho tiempo ha estado a la sombra de su gigantesco vecino en lo que a estilos y expresiones cinematográficas se refiere. Después del año 2000, una nueva generación de cineastas, escritores y poetas entró en escena. Manifestaron un profundo deseo de encontrar su propia voz en el cine y otros campos del arte. Esto ha contribuido gradualmente al actual auge del cine bangladeshí. Aún estamos lejos de llamarlo ola, pero sin duda lo estamos consiguiendo", declaró Farooki.

El proceso de formación de la identidad del cine bangladeshí se encuentra en una fase incipiente. De la escena dominante a la independiente, de la plataforma de streaming a la sala de cine, el cine bangladeshí se encuentra en una odisea para crear su propio estilo e identidad", explicó Robi. Farooki elogia al público bangladeshí, que está dispuesto a aceptar distintos tipos de historias y de narración, así como la vibrante cantera de cineastas en ciernes del país. Chowdhury se deshace en elogios hacia la financiación nacional del cine, sin la cual "El luchador" no habría sido posible. También aprecia la capacidad de sus compatriotas para presentar historias de Bangladesh al mundo.

"Las oportunidades están ahí porque toda la industria cinematográfica quiere diversidad", explicó Chowdhury, "creo que es un momento crucial para la descolonización también en el cine. Nuestros mejores superhéroes no tienen por qué venir siempre de Norteamérica".

El productor de "The Wrestler", Piplu R. Khan, ve una oportunidad en la huella global de Asia Meridional: "La diáspora surasiática puede ser sin duda un catalizador para un crecimiento en términos de alcance e impacto", afirmó Khan.

En cuanto a los retos, los principales parecen ser un ecosistema para el cine independiente que, en el mejor de los casos, está en ciernes, la ausencia de una política cinematográfica nacional clara y la pesadilla de la mayor parte de Asia: la censura. "El mayor reto es la falta de una política adecuada. Una política que garantice a los productores y distribuidores una participación adecuada en los ingresos, una política que garantice la libertad artística. La censura y el control institucional siguen siendo un problema importante en Bangladesh. Sin esto, nuestros cineastas estarían lanzando más preguntas al statu quo", afirmó Farooki.

(La película "Saturday Afternoon" del cineasta aún no se ha estrenado en el país, ya que a pesar de haber sido autorizada por la censura tras una lucha de cuatro años, la película aún no ha recibido el certificado de censura).

A Chowdhury le gustaría que el gobierno proporcionara el apoyo financiero a largo plazo necesario para nutrir a artistas y talentos, mientras que Robi y Sarkar afirman que la falta de educación formal y de oportunidades de formación para el cine ha dado lugar a una escasez de profesionales cualificados en Bangladesh. "Todavía estamos luchando para que nuestros responsables políticos comprendan la fuerza de nuestra nueva ola. Si podemos reforzar algunas de estas cuestiones clave e iniciar algún tipo de reforma, las cosas pueden ser asombrosas", afirmó Khan.

Aunque el público esté entusiasmado, la distribución es otro problema: "No hay mucho entusiasmo por casar el comercio con el arte en este tipo de cine, y los distribuidores no están muy dispuestos a estrenar este tipo de películas en las salas. Esto supone un obstáculo importante para la difusión de nuestro cine", afirma Sarkar.

La audiencia también está fragmentada gracias al auge del streaming: "Las plataformas de streaming suelen atender a públicos específicos basándose en decisiones basadas en datos. Esto podría limitar el margen de experimentación, ya que la popularidad del cine independiente determina si se producirán contenidos similares en el futuro. Esto puede ahogar la diversidad y la innovación en el cine de Bangladesh", afirma el productor Abu Shahed Emon, habitual de Busan, cuya película "No Ground Beneath the Feet" debutó en el festival y es la candidata de Bangladesh a los Oscar de este año. "Es crucial recordar que el cine ha evolucionado históricamente a través de la experimentación, y alimentar un ecosistema que fomente estas voces originales es vital para el futuro del cine bangladeshí".

En este caso, la solución está al alcance de la mano: "Algo

"Sí, tenemos retos, pero seguimos siendo optimistas", afirma Nusrat Imrose Tisha, protagonista y coproductora de "Something

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