Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla".
¿Alguna vez has sentido que tu confianza se quebraba justo cuando vislumbrabas o pensabas en alguien o en algo? La sensación de atravesar un pasillo que sabes que tiene ojos o de que te caiga un ancla justo cuando te prometiste a ti mismo tener un buen día. La sensación de querer meterte en la cama y esconderte bajo una manta donde nadie pueda ver. ¿Todo por un pensamiento o una mirada?
Nunca me ha gustado el pasado. Sin embargo, cuando lo digo, no puedo evitar recordarlo todo. Las sonrisas que compartía o incluso las risitas falsas sólo para encajar. Era cuando pensaba que todo era perfecto. Pero ahora lo único que hago es insultar cada recuerdo que tengo. ¿Cómo puedo odiar tanto algo cuando yo de octavo grado no podía?
Todas las miradas o risitas compartidas. ¿Sólo por algo que pasó hace un año? Pero ella también lo hace, ¿por qué yo no? ¿Por qué no voy a bromear y comentar cuando ella hace lo mismo conmigo? Una clase que me encantaría se convertiría en algo que desprecio. Todos hemos tenido el paseo de la vergüenza, la idea de cómo todos sabemos del destino inminente que nos espera. Mis notas se vendrían abajo, no por el pesado trabajo de una clase, sino por el malestar de esos ojos puestos en mí.
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Pero, ¿por qué me importa? "¿Por qué debería importarme?" es la pregunta que me hago. A lo largo de mis pensamientos sobre un tiempo que ya no perdura. Scott Kelly afirma en el artículo "To Build Resilience in Isolation, Master the Art of Time Travel": "En el aislamiento, el tiempo carece de sentido". Me doy cuenta de que todas mis concepciones se refieren más bien a los años pasados.
Nunca me ha gustado el pasado. Pero como digo hoy, me importa. Me importa lo que ocurrió entonces, como le importa a la escritora de "A las vírgenes, aprovechar el tiempo" el pasado de las jóvenes, afirmando que deberían "Recoger los capullos de las rosas mientras podáis". Y me importan todos los acontecimientos que han sucedido. Pero no de forma hostil, porque el pasado soy yo. Creo que he aprendido de mi pasado. La cita del artículo de Newsela "El cerebro adolescente" apoya esto porque explica: "Al igual que durante la infancia, los cerebros adolescentes pasan por mucho crecimiento". Cada incidente y resultado me ha creado como persona. No debería odiar el pasado; de hecho, nadie debería hacerlo. Todo el mundo debería aprender de él. Como dijo George Santayana: "Los que no pueden aprender de la historia están condenados a repetirla".