Una peregrinación hacia uno mismo

Una peregrinación hacia uno mismo

Siddhartha: una novela india de Hermann Hesse es una inspiradora novela filosófica que ilustra la transición de Siddhartha de noble príncipe a sabio. Para perseguir la paz mental eterna, Siddhartha se embarca en un viaje y recorre distintos lugares. Aunque el propio Hesse no es indio, creó la imagen de Siddhartha, inyectó sus pensamientos en el personaje principal y, al hacerlo, expresó la importancia de encontrarse a uno mismo.

Sin embargo, el viaje para encontrar el yo es tortuoso y sinuoso. Al principio, Siddhartha intenta evitar el yo, considerándolo la perdición de las emociones y el deseo. Por ello, estudia con monjes budistas y aprende a reprimir sus deseos mediante la meditación y el ayuno. Se esfuerza por integrarse en la naturaleza, dejándose ser todo: el viento, las rocas y los animales. Sin embargo, se da cuenta de que cuando se suprime un deseo, surgen otros nuevos, y no puede encontrar una salida a este ciclo interminable.

Esta etapa del viaje de Siddhartha es similar a la nuestra. En nuestra vida cotidiana, nuestras emociones fluctúan drásticamente: podemos enfadarnos fácilmente por algunas cosas triviales, como los conflictos entre nosotros y nuestros padres; al mismo tiempo, podemos descubrir un afecto o una felicidad instantáneos pero fuertes. Estas agonías y alegrías surgen y desaparecen de repente, provocándonos una tortura interminable. Podríamos indignarnos y gritar: ¡Sólo quiero paz mental! Nada más. Pero debemos admitir que, en realidad, no podemos escapar de este ciclo. Luchamos tanto como Siddhartha, escuchando música, leyendo libros y yendo de excursión, escondiéndonos en ellos. Pero el yo molesto siempre aparece de forma inesperada y rompe nuestra paz temporal. Aunque nos pongamos todos los días en las mismas circunstancias, se provocarán nuevas emociones, y entonces también volvemos a caer en el ciclo.

Tras sufrir reveses, Siddhartha piensa que los monjes budistas no pueden enseñarle cosas útiles. Abandona los templos, escucha las conferencias de Gautama, un monje muy respetado, y de repente se da cuenta de que no sabe nada de sí mismo. Siempre huye de sí mismo, se niega a aceptarse e incluso pretende destruirse. Pero su dirección es totalmente errónea. En lugar de eso, debería aprender de sí mismo y aceptarse, para finalmente ser él mismo. Contempla: "[Quiero] ser mi alumno, quiero llegar a conocerme a mí mismo, el secreto de Siddhartha"(56).

Sí, es hora de descubrir el verdadero yo. Miles de personas corrieron de un lugar a otro en sus vidas, pero ignoraron lo que es más importante: ellos mismos. Siempre fracasamos, sólo a veces tenemos éxito. Pero ambos resultados conducen a la inestabilidad y al caos. Si fracasamos, intentamos consolarnos, obligándonos a relajarnos; si tenemos éxito, hacemos intentos por reprimir nuestro orgullo. Ambos son antinaturales, interrumpen las reacciones normales del ser humano. Entonces, ¿por qué no dejarnos llevar? Debemos reconocer la fluctuación de las emociones, desde la agonía de la derrota hasta la emoción de la victoria. Son partes cruciales de nuestra vida, que nos permiten identificarnos como humanos. En consecuencia, lo fundamental es seguir al corazón: cuando estemos contentos, simplemente seamos felices; cuando estemos tristes, simplemente estemos tristes.

En la historia posterior, Siddhartha se convierte en un exitoso y rico comerciante en una próspera ciudad, persiguiendo la lujuria y la riqueza. En este periodo de tiempo, abandona las habilidades de las que se siente orgulloso, como el ayuno, la espera y la meditación. Se entrega a emociones y deseos mundanos, olvidando poco a poco quién es en realidad. No dispuesto a seguir en esta decadente situación, abandona la ciudad y se hace barquero. Finalmente, junto al río, alcanza su epifanía. El río se precipita hacia el futuro, absorbiéndolo todo. Como el río, reflexiona, la gente debería seguir a su corazón, aceptando y conformándose a las olas de sus emociones. En otras palabras, la gente debería aceptar con gratitud sus imperfecciones, encontrarse a sí misma desde lo más profundo de su corazón y apreciar el valor de sus condiciones actuales.

Según la descripción de Hesse, Siddhartha no es un santo legendario al que admiramos, veneramos y tememos. Por el contrario, actúa como una persona normal, lo que lo hace real y vívido: lucha por encontrar la paz y la felicidad eternas, se atasca en el remolino de los deseos hacia la riqueza y el sexo, y comete abundantes y graves errores. Su historia, por tanto, inspirará a los lectores a contemplar más sobre el papel del yo, guiándoles para acercarse a la paz mental eterna.

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